viernes, 18 de noviembre de 2011

...mi recámara en Monterrey...

Mi habitación en la sultana del norte es colorida. Uno de los muros tiene franjas horizontales de diferentes anchos y de diferentes colores en donde tengo colgado enmarcado bien bonito mi título que erróneamente dice Arquitecto, (cuando en realidad a leguas se nota que soy Arquitecta),  la cubierta es inclinada y las ventanas son enormes.
Una de ellas da al poniente. Es por ello que mi recámara es la más caliente y la más fría de la casa. Curiosamente como yo misma.

Mi cama está elaborada de forja pintada en color dorado cual princesita. Mi clóset pequeño y amontonado. Tengo aquí un espejo que mi papá le compró a un señor que iba vendiéndolo de casa en casa cuando yo era pequeña, este espejo ha estado casi toda la vida en la casa (uy, si el espejo hablara...). Es el espejo de la verdad.

En mi recámara tengo dibujos que solía hacer, pinturas, cartas, libros y muñecas de la Mujer Maravilla.
Tengo en la entrada colgado un cuadro de dos gatitos faraones que dibujé con prismacolor ante el deseo
de tener gatos que no me causaran alergias...

Estoy triste aquí. Y en parte creo que no debería estarlo. No sé, igual y es normal. Era mi habitación de soltera y ahora que vuelvo y la veo, creo que nunca dejó de serlo.

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