viernes, 22 de noviembre de 2013

Pertenecer y no*

Han de saber que justo en el momento que escribo este post mis pobres dedos están más que congelados gracias a los 9° que hay en Monterrey. Porque sí, esta entrada de mi olvidado blog se escribe desde tierras norestenses.
Y hoy, algo pasó que me movió a venir hasta acá para redactar...

Hace más de 6 años que como bien saben vivo en Guanajuato Capital, pero nunca he cortado el cordón umbilical que me une a la Sultana del Norte. Allá en el centro del país apenas me ven y bien saben que no soy de ahí, y ahora que estoy en Monterrey tampoco me creen de aquí.

¿Qué pasó?

Hubo un momento, (no me pregunten cuando) que dejé de pertenecer.
Dejé de ser de allá y dejé de ser de acá y ahora sólo soy. Sé que suena más bien a un juego de palabras pero no, resulta que ya no pertenezco al norte, pero tampoco pertenezco al centro del país, y si es así, ¿a dónde pertenezco? Pues pertenezco a todos lados: desde Palenque hasta Lampazos, y desde Parras hasta Tulum.

Se sabe bien que uno siempre busca pertenecer, pero, ¿y cuando ya no pertences? Pues bueno, para terminar este pequeño post les cuento que no pertenecer no es tan malo, es más bien harto interesante el saberte de todos lados. (Eso o como dicen acá en el norte, sólo intento hacerme un cocowash)

Porque eso de moverte del norte al centro y del centro al sur te crea a la vez una pertenencia mayor que el simple hecho de creer pertenecer a un sitio por nacer de ahí*